"...Y a decir verdad, lo extrañaba"

Hace un par de meses me pasó algo que habrá sido importante porque sino no lo recordaría en este momento. Tomé el teléfono para llamar a una rotisería y encargar uno de los manjares más sabrosos y tradicionales, de los que uno agradece que alguien haya inventado. Las empanadas son eso. Y te brindan la posibilidad de compartirlas en una mesa amplia y con amigos, con historias simples y de gente común.

Usted lector dirá que esto no tiene nada de novedoso, y tiene toda la razón del mundo. Lo que yo trato de contar no es el hecho de la empanada en sí misma, sino la llamada telefónica.

Como sucede siempre en toda casa desorganizada, los papelitos con números y nombres y fechas andan dando vueltas en cualquier lugar, menos en donde uno los está buscando. En esta ocasión, el que no aparecía era justamente el que tenía el número a donde uno iba a solicitar la docena de empanadas de carne salada y en lo posible bien jugosas.

Al no alcanzar buenos resultados, uno apela a la memoria y solidaridad de terceros, hasta que finalmente alguno te tira un dato certero y listo el pollo, o en este caso las empanadas.

Lo raro fue que al llamar por primera vez a ese número, inmediatamente alguien me atiende y en tan sólo cuestión de segundos me llama por mi nombre. Ante la sorpresa pregunto sobre como había sabido quién llamaba, pensando que quizá alguien me estaba jugando alguna broma de esas que después se recuerdan como anécdota durante la misma cena. Ante mi pregunta, la respuesta fue la que menos hubiera esperado.

“¿Pero cómo no voy a reconocer esa voz?”.

Perplejo me quedé y antes de poder emitir alguna opinión al respecto, mi interlocutor continuó:

“Durante dos años te escuchamos siempre mientras preparábamos todo en la cocina para la noche”.

Lo que siguió de la charla no es de mayor importancia. Para muchos de los que laburan en radio o televisión esto será algo casi corriente, pero a mi fue la primera vez que me sucedió. Y por sobre todas las cosas, lo que más me llama la atención es que este oyente recordaba instancias de un programa de radio que desde hace mas de dos años no se emitía en ese horario en la radio tostadense.

Historias Debidas es mucho más que un programa de radio. Fue sueño de hacer algo cuando termine de estudiar en mi pueblo. También fue el lugar en donde aprendí a conocer más y mejor a la gente de mi ciudad. El que me permitió recorrer cada barrio de la ciudad y encontrar gente que si bien uno no conocía, era como que nos conocíamos desde siempre. Y a decir verdad, lo extrañaba.

Porque se trata de un programa hecho por mucha gente, con muchas voces, pero con un solo objetivo. Hacer algo que resulte grato, útil y que facilite el encuentro.

Este nuevo amigo no se acordaba de la voz solamente, sino de lo que a través de ella teníamos para contar.

Y como tenemos muchas cosas para seguir contando, el sábado 12 volvemos.

Nos estaremos escuchando entonces.

Abrazo grande y fuerte.

Sergio